Las cosas parecen estar saliendo bien para el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Mientras la economía de su país creció en el segundo trimestre 4,1 %, su mayor ritmo desde 2014, y el gasto del consumidor subió con fuerza en junio por cuarto mes consecutivo a medida en que los hogares gastaron más en restaurantes y hospedaje, los principales aliados comerciales de Washington no pueden contar la misma historia. Por un lado, México reportó este martes que su Producto Interno Bruto se contrajo un 0,1% en el período abril-junio frente al trimestre anterior, arrastrado principalmente por bajas en las actividades agrícolas e industriales. Por otro lado, la economía de la eurozona creció a su ritmo más débil en dos años elevando preocupaciones sobre una desaceleración en el bloque. Desaceleración que ya ha reportado, por ejemplo, China, cuya economía ya ha dado muestras de una mayor debilidad por el impacto de la guerra comercial.
Este martes se conoció que la medición oficial de la actividad manufacturera se debilitó este mes, a medida que las tensiones arancelarias han afectado la confianza y a la moneda local. El índice PMI de manufacturas cayó a 51,2 puntos este mes, desde los 51,5 de junio, y por debajo de las proyecciones de los economistas.
El dato de servicios y construcción también retrocedió a 54 unidades desde la lectura anterior de 55. Tras la publicación de las cifras, el Politburó, conformado por las 25 autoridades de mayor rango del país, entre ellos el presidente Xi Jinping, anunció que el gobierno pondrá un mayor foco en apoyar el crecimiento de la economía.
Así, los gobiernos empiezan a perfilar cuáles serán las medidas a tomar para restar el impacto de los aranceles impuestos por la Casa Blanca a decenas de productos importados, medida que ha desatado acciones recíprocas por parte de las naciones afectadas. Habrá que esperar a ver si la disputa impacta a Estados Unidos y si así lo prevé la Reserva Federal que se reúne nuevamente en Washington.