Los comicios regionales del domingo en venezuela marcaron una nueva escalada de la crisis política que vive el país.
El gobierno de Nicolás Maduro declaró victoria en 17 de los 23 estados de la nación petrolera, la misma cifra que pronosticaban los sondeos para la oposición. En respuesta, la mesa de la unidad democrática denunció irregularidades y llamó a protestas masivas, exigiendo la auditoría total del proceso. Pero Caracas parece estar decidido a no permitir que la situación se salga de control y ayer prohibió todas las manifestaciones durante las próximas dos semanas.
En otro golpe a la oposición, la presidenta de la asamblea constituyente, Delcy Rodríguez, convocó para hoy una ceremonia de juramento de los nuevos alcaldes frente del órgano que no es reconocido ni por la MUD ni por la comunidad internacional. Desde la oposición, aseguraron que sus ganadores jugarán ante los consejos regionales, poniendo a sus cinco alcaldes electos en peligro potencial de ser descalificados por el oficialismo. Mientras la MUD no abandona sus esperanzas de presionar al gobierno, ayer a las críticas internas se sumó una amplia condena internacional: Estados unidos afirmó que las elecciones no fueron "libres" ni "justas" y los países de la Unión Europea estan evaluando nuevas sanciones a los funcionarios venezolanos.
Por otro lado, la Organización de Estados Americanos aseguró que no reconocerá las elecciones "convocadas por gobiernos ilegítimos". Pero los expertos consideran que el impacto de las posibles acciones internacionales sería limitado. Y en este escenario la fortaleza, y la unidad de la oposición es clave para lograr concesiones del gobierno. Sin embargo, es esta unidad lo que ha sido cuestionado, después de que la decisión de participar en los comicios regionales sin garantías democráticas dejó a la MUD dividida y sin el apoyo de la calle. Ahora, tendrá que reinventarse para dar un nuevo impulso a la lucha en una situación que parece ser un jaque mate para la oposición.