El coronavirus sigue su avance sin tregua y ha presionado a los líderes financieros de las grandes potencias a unir fuerzas para hacer frente al impacto que está dejando en la economía global.
Poco después de que los ministros de finanzas y banqueros centrales del G7 asegurarán, en un comunicado conjunto, que estaban listos para actuar como fuese necesario para abordar la crisis, la Reserva Federal de Estados Unidos sorprendió. El banco central anunció un recorte de tasas de 50 puntos base, siguiendo los pasos de Australia y Malasia, que poco antes habían abierto la puerta para que otras entidades del mundo hicieran lo propio.
En línea se había pronunciado el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, quien adelantó que desde la entidad estaban listos para actuar. Así las cosas, la idea de que los bancos centrales tendrían que salir al rescate de la economía global ha tomado más fuerza, mientras las medidas que se han tomado para intentar controlar el brote no han sido del todo efectivas. Decenas de fábricas siguen cerradas o están operando a medias. Ciudades enteras ya no sólo en China están bajo cuarentena, y cada vez más son los viajes que se cancelan a diario; todo ello con efecto directo en una expansión mundial que ya se encontraba debilitada.
A inicios de la semana, la OCDE había reducido su pronóstico de crecimiento para 2020 del 2,9% que preveía en noviembre a 2.4%, agregando que un "brote de coronavirus más duradero e intenso" podría forzar un crecimiento tan bajo como de 1.5%. En paralelo, el FMI y el Banco Mundial adelantaron su disposición para entregar "financiamiento de emergencia" frente al avance del brote.