Estados Unidos dio un nuevo paso hacia el aislamiento de la comunidad internacional esta semana, cuando profundizó sus críticas hacia la Organización Mundial de Comercio, uno de los tantos organismos multilaterales que él mismo ayudó a fundar y que hoy cuestiona.
El representante comercial de la Casa Blanca, Robert Lighthizer, dijo ayer que la OMC ha perdido el foco y que debe reevaluar los parámetros con los que define el desarrollo de los países. Con ello se alineó con la visión del presidente Donald Trump, quien acusa a la organización de tratar injustamente a la primera economía mundial. Estas declaraciones están generando una crisis de identidad en el organismo, en momentos en que busca una estrategia común entre los 164 países que la componen para redefinir los términos del comercio global, ante la velocidad de los cambios que traen la tecnología y la globalización.
También pone al centro de la discusión a China, que aún no tienen estatus de economía de mercado ante la OMC. Estados Unidos se opone fuertemente a que se le otorgue esa distinción, argumentando que los subsidios estatales dan una ventaja injusta a sus exportaciones. Japón y la unión europea respalda esa visión. Pero también se suman a la distancia que Estados Unidos ha tomado de otros organismos multilaterales. Hace pocos meses, el país anunció que saldría de la Unesco, el fondo de la ONU para la preservación del patrimonio cultural, y la semana pasada remecio al mundo al reconocer a Jerusalén como capital de Israel, una decisión que va en contra de la postura del resto de Occidente.
La OMC podría terminar la reunión de esta semana sin una declaración conjunta, lo que muestra la falta de acuerdos entre los líderes mundiales y la ausencia de liderazgo de Estados Unidos. Como resuelve esas diferencias será determinante para las reglas del comercio global en los años que vienen.
