Faltan apenas quince semanas para que él divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea se haga realidad y los términos de la relación siguen sin definirse. Y lo que es peor: todas las opciones están sobre la mesa, desde un Brexit sin acuerdo, que podría desatar caos comercial, hasta la cancelación total de la separación.
El pacto negociado por la primera ministra Theresa May con Bruselas no convence ni a los euroescépticos en su Partido Conservador ni a quienes defienden mantenerse en el bloque. Y la autoridad ya asumió la derrota en Parlamento el lunes, cuando suspendió la votación del texto hasta lograr más apoyo, sin definir una nueva fecha. May prometió a los parlamentarios que pedirá nuevas garantías al bloque, particularmente en torno a la frontera de Irlanda del Norte.
Pero el presidente del Consejo Europeo, Jean-Claude Junker, ya descarto renegociar el pacto y advirtió que no hay espacio para cambios. Con ello, la jefa del gobierno británico queda en la peor posición posible: con un texto que convence a pocos en el Parlamento y sin la posibilidad de ofrecer algo mejor. La oposición laborista y el Partido Nacional Escocés ya discuten un voto de censura que podría determinar la salida de May de su cargo, mientras que el ala más euroescéptica de los conservadores también mueve los hilos para removerla.
Pero la crisis política también podría forzar a la premier a convocar nuevas elecciones, cuyo resultado más probable sería, según las encuestas, otro Parlamento sin mayoría. Ello mantendría la incertidumbre sobre la relación comercial entre el Reino Unido y la UE a partir del 29 de marzo. Los analistas advierten que si no hay un acuerdo aprobado en enero, Londres tendrá que decidir entre frenar definitivamente su salida o arriesgarse a dejar el bloque sin un acuerdo.
