En vista del lento proceso de producción y la paralización de las fábricas, la industria automotriz continúa padeciendo la escasez de chips electrónicos, aunque espera que el panorama se aclare hacia finales del 2021.
Los resultados semestrales de los fabricantes y proveedores del sector superaron las expectativas, aunque aún están afectados por la carencia de estos semiconductores, inclusive algunas empresas han notificado faltantes de airbags y cinturones de seguridad.
Para el ensamblaje de unos automóviles cada vez más digitalizados, dichas piezas resultan imprescindibles y su consecución ha sido difícil desde finales del 2020.
Pese a que los clientes han retornado a los concesionarios de forma gradual, varias plantas de Mercedes o BMW suspendieron sus actividades de forma temporal, mientras que Jaguar-Land Rover alertó que sus ventas en el tercer trimestre podrían desplomarse un 50% debido a esta escasez.
La posibilidad de que el abastecimiento de semiconductores pueda bloquearse y alterarse, se ha “intensificado”, por lo que Volkswagen disminuyó su pronóstico de ventas. “Hemos limitado las consecuencias hasta ahora, pero reconocemos que esto nos afectará en el tercer trimestre”, indicó Arno Antlitz, director financiero del fabricante alemán.
En el peak de la crisis
Ford, no obstante beneficiarse de la gran demanda por sus automóviles, camionetas y camiones para “mejorar sus ingresos y beneficios” y ofrecer menos promociones, así como enfocándose en los modelos de mayor rentabilidad, igualmente se vio obligada a cerrar de forma temporal algunas fábricas.
El lanzamiento del nuevo ‘crossover’ 100% eléctrico de Nissan denominado Ariya, se vio demorado debido a la escasez de chips, aunque el fabricante no ha alterado su meta anual de ventas.
Tesla, cuya producción ha sufrido interrupciones por la falta de airbags y cinturones, diseñó programas para usar otros compuestos, declaró el lunes su presidente Elon Musk.
Ferdinand Dudenhöffer, director del Centro de Investigación del Automóvil afirmó que esta situación ha llegado a su límite. “Cuando se habiliten las nuevas capacidades de producción es que se espera que la situación mejore, aun así, el problema no se resolverá a fines de este año pudiendo incluso extenderse hasta 2023. La cadena de suministro seguirá enfrentando riesgos”, alertó.
Unos 5,2 millones de automóviles se han reconocido como “perdidos” en 2021, así como una fuerte caída de las matriculaciones en el segundo trimestre, donde los clientes han debido esperar más para adquirir autos más costosos.
Revisar la cadena de suministro
En la industria automotriz donde la logística se lleva casi al minuto, “tanto los proveedores como los fabricantes han venido reevaluando su cadena de aprovisionamiento para tener un mejor control, acudiendo a fuentes diversas de ser posible”, explica Nils Poel, del sindicato europeo de proveedores de equipos.
Unos 52.000 millones de dólares es lo que prevé invertir el gobierno de Estados Unidos para no tener que depender tanto de Asia.
El sector automotor debe estar atento ante cualquier eventual escasez, apunta Dudenhöffer. El imprevisto estallido de ventas de autos eléctricos desde 2020 puede provocar que a partir de 2023 comiencen a escasear las células de las baterías.