Toda la atención está concentrada en lo que será la cumbre de líderes del G20 en Japón a fin de mes. ¿El motivo? Esta semana el presidente de Estados Unidos, Donald Trump dijo que confiaba en que sostendría una reunión con su par chino Xi Jinping en Osaka, para retomar las negociaciones bilaterales que les permita llegar a un acuerdo comercial.
De no ocurrir esto, Trump amenazó con un nuevo paquete de aranceles de 25% sobre otros US$ 325 mil millones en productos chinos. China por su parte, no ha confirmado un encuentro entre Xi y Trump, por lo que se mantiene el suspenso y la presión sobre Beijing, ya que EEUU está dispuesto a imponer un arancel de 25% sobre un total de US$ 600 mil millones de bienes chinos.
El gobierno de Xi se ha mostrado cauto en torno a retomar las conversaciones y en respuesta a las amenazas de Washington sólo ha dicho que la segunda economía del mundo no quiere enfrentar una batalla comercial. Pero advirtió que si EEUU continúa presionando, ello responderán con determinación. China ya ha comenzado a evidenciar un impacto en su economía como consecuencia de la guerra comercial con EEUU. A la baja de las expectativas de crecimiento que hizo el Fondo Monetario Internacional la semana pasada proyectando que la segunda mayor economía del mundo crecerá un 6,2% este año y un 6% en 2020 se sumó el dato de las importaciones, que registró una caída de 8,5 % en mayo respecto al mismo mes del año anterior. Esto fue más del doble de lo pronosticado.
Ante ésto Beijing ha introducido una serie de medidas para apoyar la economía del país. Al plan de estímulos dirigidos incentivar la demanda de automóviles y productos electrónicos dado a conocer la semana pasada, se sumó una nueva iniciativa que busca reactivar al sector de la construcción. El mandato es que los gobiernos locales utilicen bonos especiales para financiar grandes proyectos en áreas claves.
Trump ha dado a entender que es él quien está personalmente hoy negociando con China. Lo que busca es que Xi retome los acuerdos previos negociados entre ambos países a principios de año. Esto, más que suponer un mensaje de avenimiento con su par supone un ultimátum, ya que EEUU no está dispuesto a renegociar dichos acuerdos.