Dos meses de atraso en las deudas por parte de Venezuela a sus acreedores en Brasil han llevado al gobierno de Michel Temer a elevar el tema al Club de París, el primer paso para declarar en default a la administración en Caracas.
El gobierno de Nicolás Maduro se encuentra retrasado en sus pagos desde octubre, pese a lo cual el mandatario ha prometido reestructurar el 100% de los compromisos del país y de la petrolera estatal, Pdvsa, calculados en unos 60 mil millones de dólares. Hasta ahora, no ha tenido éxito.
En una reunión con inversionistas ayer, que duró apenas media hora, el ánimo fue más bien pesimista, ante la falta de ofertas y estrategia por parte del Palacio de Miraflores. S&P ya rebajó la calificación soberana venezolana al estatus de default.
Una reestructuración de la deuda se ve complicada aún más por las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, algunas de las cuales impiden negociar con la administración de Maduro. Pero los compromisos impagos son sólo una de las crisis que debe enfrentar el gobierno, cuyo país lleva años sumido en una recesión económica que ha derivado en una catástrofe humanitaria y social.
Con Miraflores complicado en lo financiero y sin una economía funcional en el país, la crisis venezolana podría estar llegando a un punto de inflexión. No obstante, la fractura en la oposición política a Maduro y el fuerte control del gobierno sobre las instituciones amenazan con perpetuar al chavismo en el poder.